El Diccionario de la Real Academia Española define la palabra virtualidad (de virtual) como la capacidad que se tiene para producir un efecto, aunque no se realice en el presente. Frecuentemente se usa en oposición a efectivo o real, aunque también lo refiere como un concepto totalmente aparente.

Este significado del término es la acepción más extendida entre las personas. Virtual, es para muchos, esa parte intangible o abstracta totalmente ajena a lo real; considerando este último vocablo (real), como lo que efectiva y verdaderamente existe, es decir: se palpa.

Para entender desde otras áreas u objetos de estudio la palabra virtual basta con citar al mundialmente reconocido filósofo del campo de la cultura Pierre Lévy quien, actualmente, se destaca como profesor en el Departamento de Comunicación de la Universidad de Ottawa (Canadá).

Distinguido por ser uno de los más importantes investigadores del ciberespacio y la comunicación digital, Lévy sostiene que «lo virtual no es, en modo alguno, lo opuesto a lo real, sino una forma (…) que favorece los procesos de creación, abre horizontes [y] cava pozos llenos de sentido bajo la superficialidad de la presencia física inmediata».

Pese a que «en su uso corriente, el término virtual se suele emplear a menudo para expresar la ausencia pura y simple de existencia, (…) en la filosofía escolástica, lo virtual es aquello que existe en potencia pero no en acto», argumenta el investigador.

Lévy es enfático al señalar con todo rigor filosófico que «lo virtual no se opone a lo real sino a lo actual: Virtualidad y actualidad solo son dos maneras de ser diferentes»; de este modo basó su estructura de trabajo investigativo para crear su libro denominado ¿Qué es lo virtual?

Virtualidad y Virtualización

La virtualización es uno de los principales vectores de la creación de realidad, plantea el especialista: «[esta] no es ni buena, ni mala, ni neutra. Se presenta como el movimiento del ‘convertirse en otro’ —o heterogénesis de lo humano».

Vivimos en una sociedad virtualizada, es decir, exteriorizada. Los teléfonos, cornetas o auriculares son un complemento del órgano auditivo. Para la vista se crearon los lentes y los televisores y, para el tacto, la telemanipulación; continúa.

«Todos estos dispositivos virtualizan los sentidos. El teléfono separa la voz del cuerpo tangible y la transmite a distancia: Mi cuerpo tangible está aquí [pero] mi cuerpo sonoro, desdoblado, está aquí y allá», señala Lévy.

Gracias a los aparatos fotográficos, las cámaras de vídeo y los magnetoscopios, podemos percibir las sensaciones que tuvo otra persona, en otro momento y lugar, y por medio de la telepresencia y de los sistemas de comunicación, los cuerpos visibles, audibles y sensibles se multiplican y se dispersan hacia el exterior; agrega.

Virtualidad del cuerpo

Tal y como lo afirma este filósofo tunecino, diariamente nos encontramos con que los «rayos X, escáneres, sistemas de resonancia magnética nuclear, ecografías y cámaras de positrones virtualizan la superficie del cuerpo».

Para Lévy, la virtualización del cuerpo que experimentamos hoy día, al igual que el conjunto de las informaciones, los conocimientos, la economía y la sociedad; es una nueva etapa en la aventura de la autocreación que perpetúa a nuestra especie.

Así, por ejemplo, «la virtualización está en todo, no solo en la parte de la computación sino desde la gestación del embrión en la madre cuando; con soluciones médicas, la ciencia coadyuva en la creación de nuevos individuos para la sociedad», finaliza.

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